domingo, 30 de octubre de 2011


Un día de cancha. Lo mejor de nuestra piel es que no nos deja huir.


“¡Somos una religión!” Desde el fondo de la calle Camacho un fanático, bandera en mano y camiseta amarilla con franjas negras ineludible para la ocasión, sintetiza el sentimiento de cada uno de los Stronguistas que se acomodan en las graderías del Hernando Siles cuando el Tigre Boliviano salta a la cancha en busca de otra presa.

Amarillo y Negro en las mejillas, pecho inflado, mirada inaceptable hacia el rival. Voy camino hacia lo desconocido. Hoy me toca la curva sur, siempre es bueno contagiarse del ambiente que se respira en aquel sector y sentir en una brisa el Huarikasaya Kalatakaya del “Chupa” Riveros, el pasillo es oscuro, no nos vemos las caras, muchos no nos conocemos. Pero algo muy dentro quema y algo explota también. Es el rugido de la ansiedad, lo disfruto.

Pitazo inicial y creo estar adentro. Juego, esquivo patadas, meto un caño, exijo amarilla, la pierdo e irremediablemente llega el silencio más terrible que conozco… el silencio de gol visitante. A mi lado un hincha se toma la cabeza, grita, patea algo a su alcance, se le arruga el alma al sentir ese vacío que viaja por todo el estadio, una sensación que aprieta y no deja respirar, es un segundo difícil de digerir. Sin embargo, lo último que se pierde es, justamente, la esperanza.

Soy Tigre, lo mío es levantarme, como cada golpe, en cada batalla. Acomodo la pelota, me figuro ser Pablo Escobar frente al arco, el tiro libre es mío y de nadie más. Pateo fuerte, de pronto las puertas del cielo se me abren, simplemente escucho la red. Me abrazo y lo grito con todos, me dirijo hacia el sur, a esa gloriosa tribuna que tiembla, yo mismo me encuentro ahí.

El piso se mueve por segunda vez, casi sin avisar, lo festejo aun más sin recordarlo en realidad. Que golazo, me digo.

Termina el partido, me felicito por la victoria y me alejo de mi cancha llena. Me alejo pero mi cabeza queda, me voy pensando en el próximo rival y haciendo números con mis dedos. La semana será larga pero lo mejor de nuestra piel es que no nos deja huir. El campeonato está por llegar, lo sé ¡lo siento!

domingo, 23 de octubre de 2011

VIDAL… UN FLACO TATUADO



La piel morena, la sonrisa constante, tatuaje en el brazo, arrogante y luchador sin paz. Así era Antonio Vidal González en su ciclo como jugador vistiendo la Oro y Negro. El “Loco”, nuestro loco, siempre fue considerado como un “personaje” dentro de un espectáculo en vivo y siempre ante un público que eternamente le fue fiel.

Vidal tenía una característica diferente al resto de los delanteros, era como un niño dentro de la cancha, fastidioso en el área rival, provocativo con los defensores y si hacía falta jugaba con la rodilla descansada en la pelota, sin temor a que se la quitaran los rivales.

Pues así es cuando el espíritu sube, cuando los colores se apoderan del corazón. Puede haber ganado dos campeonatos con “los del frente”, nunca es suficiente; puede haber logrado un apertura con el “rojo”, nunca es suficiente; puede presumir de un “hat-trick” a Boca Juniors o jugar una libertadores con Nacional de Uruguay, jamás será suficiente. Pesó más un penal convertido en el "El Clásico del Siglo", pesó más un “cafecito” contra el siempre fuerte Palmeiras, pesó más su temperamento y la “Garra” del Tigre… “El más fuerte” siempre pesó más.

No quedan dudas de que The Strongest con Antonio Vidal González fue cosa seria, mirarlo siempre fue una satisfacción. A muchos nos gustaría volverte a ver haciendo de las tuyas. Siendo cada vez más ídolo. Demostrando que siempre, siempre, se puede un poquito más. Flaco tatuado, ¡Gracias!